Chahorra canaria o salvia arbórea (𝘚𝘪𝘥𝘦𝘳𝘪𝘵𝘪𝘴 𝘤𝘢𝘯𝘢𝘳𝘪𝘦𝘯𝘴𝘪𝘴 L.)
La chahorra canaria es uno de nuestros endemismos más populares en la Europa del siglo XVII, siendo cultivada al menos desde entonces en jardines europeos. Así, botánicos pre-linneanos de la talla de Leonard Plukenet o Joseph de Tounefort se hacen eco de esta especie bajo las frases 𝘚𝘵𝘢𝘤𝘩𝘺𝘴 𝘢𝘮𝘱𝘭𝘪𝘴𝘴𝘪𝘮𝘪𝘴 𝘷𝘦𝘳𝘣𝘢𝘴𝘤𝘪 𝘧𝘰𝘭𝘪𝘪𝘴…, o 𝘚𝘵𝘢𝘤𝘩𝘺𝘴 𝘤𝘢𝘯𝘢𝘳𝘪𝘦𝘯𝘴𝘪𝘴 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘦𝘴𝘤𝘦𝘯𝘴, 𝘷𝘦𝘳𝘣𝘢𝘴𝘤𝘪 𝘧𝘰𝘭𝘪𝘰 respectivamente. Sin embargo, no sería hasta 1753 cuando Carl Linné (Linneo) acuña el binomen por la que actualmente la conocemos (𝘚𝘪𝘥𝘦𝘳𝘪𝘵𝘪𝘴 𝘤𝘢𝘯𝘢𝘳𝘪𝘦𝘯𝘴𝘪𝘴).
De las chahorras que crecen en Canarias, ésta es la que es capaz de alcanzar mayor tamaño, pudiendo en ocasiones llegar a los dos metros de altura. Son muy características su hojas a modo de corazón alargado y puntiagudo, verdes por el haz y blanco amarillentas por el envés. Las flores se disponen en densos grupos alrededor de un nudo (verticilastros), distribuyéndose a modo de pisos a lo largo del eje de la inflorescencia. Las corolas blanco amarillentas tienen una característica boca bilabiada.
Crece exclusivamente en las islas de Tenerife, La Palma y El Hierro, adaptada al sotobosque y los márgenes del monteverde y los pinares más húmedos.
Todas las especies de Madeira y Canarias del género Sideritis están caracterizadas en general por ser arbustos robustos, variables en tamaño, y con indumento denso de pelos que le imprime a las mismas una aspecto muy diferente a un gran número de Sideritis del Mediterráneo, algunas de las cuales son hierbas anuales. Esta diferencia permitió considerarlas incluso como un género propio, Leucophae, propuesto por Philip Webb y Sabino Berthelot. Actualmente estudios genéticos y morfológicos las defienden como un subgénero exclusivo (Marrubiastrum).
La especie más próxima a nuestras Sideritis parece ser una especie anual de Marruecos (S. cossoniana) lo que redundaría en la hipótesis de la naturaleza secundaria de la leñosidad en algunos grupos de plantas insulares.
Texto: J. Alfredo Reyes-Betancort